Prácticamente cualquier espacio de diálogo, negociación y toma de decisiones a nivel internacional, multilateral, multi-actor, nacional o sectorial, puede ser capturado, como mínimo, ideológicamente.
Las corporaciones buscan controlar la generación de conocimiento, concentrar los mecanismos de comunicación, patrocinar eventos y generalmente cooptar procesos que afectan sus intereses.
El Grupo de Trabajo de Rendición de Cuentas Corporativa (CAWG, por sus siglas en inglés), parte integral de la Red Internacional para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Red-DESC), identifica diversas formas de captura corporativa en espacios multilaterales, como la interferencia política y legislativa, el fenómeno de la puerta giratoria (donde empleados corporativos se convierten en representantes gubernamentales en las Naciones Unidas, por ejemplo), y la diplomacia económica en la que los Estados priorizan los intereses de las élites empresariales sobre los derechos de la población.
“Tras una convocatoria de las Naciones Unidas en Chile, laPlataforma Latinoamericana sobre Empresas y Derechos Humanosdeclaró: “Nos preocupa altamente que la captura corporativa sea cada vez más una herramienta presente en algunos escenarios de la [ONU], por ello, en atención a los principios de transparencia y rendición de cuentas, es necesario que el Grupo de Trabajo sobre Empresas y Derechos Humanos publique el origen de su financiamiento y cómo este es implementado en su agenda estratégica, incluidos el desarrollo de los foros regionales y globales”.
La captura corporativa se normaliza a través del discurso y las instituciones de múltiples partes interesadas, que involucra a las corporaciones en la formulación de políticas y aumenta su influencia en la toma de decisiones. En gran parte, este tipo de captura corporativa está impulsado por la dependencia de las instituciones multilaterales de la financiación privada debido a los fracasos de los Estados en el pago de sus contribuciones, la asignación de fondos para servir a los intereses corporativos y la caída de los ingresos fiscales como resultado de políticas neoliberales.
Otros ejemplos incluyen la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA, por sus siglas en inglés), fundada por los mayores contaminadores del mundo, y su influencia dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En la COP25 en Madrid, la intromisión de la IETA fue tal que las ONG formaron la Coalición Kick Big Polluters Out precisamente para mantener a las corporaciones fuera de los acuerdos sobre cambio climático. Además, el Foro Económico Mundial (FEM) brinda a las corporaciones acceso preferencial al sistema de las Naciones Unidas a expensas de los Estados y actores públicos, debilitando el mandato e independencia de la ONU. Del mismo modo, la asociación entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y CropLife International – una asociación comercial que representa a las industrias de pesticidas y biotecnología – podría socavar la capacidad de la FAO para tomar decisiones independientes. Por último, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) firmó un acuerdo con Microsoft en el que la corporación ofreció 5 millones de dólares para apoyar a la ACNUDH, lo que podría comprometer las actividades de la ACNUDH en el escrutinio de Microsoft.