Las actividades filantrópicas de fundaciones corporativas, como Bloomberg, Gates y Laudes a nivel global, pero también las filantropías corporativas nacionales dentro de cada país, como la Fundación Grupo México, parecen disfrutar de un acceso elitista a los Estados y a los organismos de toma de decisiones internacionales.
Si bien este compromiso cae ciertamente dentro del ámbito de acción de las fundaciones, las preocupaciones giran en torno a la filantropía corporativa de algunas fundaciones para causas u organizaciones cuyo trabajo perjudica los derechos humanos y el medio ambiente.
Ejemplos de intervenciones preocupantes incluyen la cooptación territorial, la manipulación de comunidades locales, programas de responsabilidad social empresarial (RSE), donaciones en especie a políticos o campañas políticas, financiamiento de proyectos de obras públicas, etc.
Un ejemplo clásico de RSE perjudicial es la negociación de un Tratado Mundial del Tabaco (Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco) y cómo la industria tabacalera buscó obstaculizar su progreso e interferir con las políticas de salud pública. Los mecanismos utilizados por la industria para impedir la implementación del Tratado incluyen litigios para intimidar a los gobiernos, establecer asociaciones con gobiernos para promover la regulación voluntaria, financiar políticas de salud gubernamentales, subvertir prohibiciones de publicidad y marketing de la industria patrocinando conciertos y eventos deportivos, y apoyar a grupos como la Asociación Internacional de Productores de Tabaco.