Un cierto tipo de pecado original es la omnipresencia y aceptación de la captura corporativa como una norma económica, política y social.
Las élites económicas cooptan la academia, la ciencia, el discurso electoral, las legislaturas, los medios de comunicación y el periodismo impreso, entre otros espacios que producen, enseñan, argumentan y diseminan ideas, las cuales generalmente influyen en la opinión pública. La captura de instituciones académicas, por ejemplo, que no está bien estudiada salvo contados ejemplos, implica que las corporaciones financian investigaciones que legitiman sus operaciones.
De acuerdo con Conectas (Brasil), “A través de la ‘captura ideológica’, las empresas utilizan los medios de comunicación, la publicidad y la producción de conocimientos ‘científicos’ para difundir preocupaciones ambientales o una supuesta preocupación socioambiental, incluso cuando sus actividades son extremadamente perjudiciales para el medio ambiente o para las comunidades circundantes, o incluso cuando la energía generada está totalmente orientada a mantener grandes actividades y empresas intensivas en carbono, como la agroindustria”.
La impresión es que las ideologías neoliberales “incorporan” y normalizan la captura como un estándar de la economía política y de la forma de hacer negocios, y que narrativas como los derechos de las empresas, los derechos de propiedad, los derechos de propiedad intelectual, y así sucesivamente, son profundamente contrarias a la transparencia, la rendición de cuentas y otros esfuerzos de reforma.