El calentamiento global. El derretimiento del hielo marino. El aumento del nivel del mar. Tormentas de una vez en un siglo. Agotamiento de los recursos de combustibles fósiles. Todos conocemos los signos de la crisis climática. Pero, ¿qué pasa con la captura corporativa del Estado dentro de la transición energética? ¿Cuáles son los desafíos y brechas que nos impiden lograr una transición energética justa?
Un gran desafío generado por la transición energética es su temporalidad, que podría potencialmente dividir al movimiento ambiental. Por un lado, argumentando que el planeta no puede esperar más, existe presión sobre la transición energética para que ocurra lo más rápido posible. Por otro lado, existe una tensión entre defensores de los derechos humanos, trabajadores, comunidades, activistas climáticos y formuladores de políticas sobre cómo garantizar una transición justa tanto para las personas como para el planeta.
En este entorno encontramos a las propias corporaciones, básicamente divididas entre aquellas que se benefician de los combustibles fósiles, aquellas que buscan beneficiarse de la energía renovable, aquellas que apuestan por ambas, y los inversionistas e instituciones financieras que se benefician de todo esto.La lógica de la captura corporativa del Estado, por supuesto, es cómo maximizar los intereses privados en relación con el bien común.
La “transición energética corporativa” — tal como la conciben el Transnational Institute y Taller Ecologista — percibe la emergencia climática como una oportunidad para la acumulación de riqueza, así como para el posicionamiento geopolítico hegemónico. Esta perspectiva, respaldada por corporaciones multinacionales, Estados, instituciones multilaterales y varias organizaciones, se centra exclusivamente en un enfoque tecnoeconómico como la respuesta “más rápida” a la urgencia de la crisis climática. Así, la transición energética corporativa no representa un cambio de paradigma sino más bien “una expresión de la forma en que el sistema capitalista intenta capitalizar la crisis energética y climática para un nuevo ciclo de acumulación”.
La maquinaria, los proyectos y la investigación siguen controlados o trabajan a favor de corporaciones multinacionales o potencias mundiales, limitando la posibilidad de democratizar el uso de la energía y la tecnología. De esta manera, las relaciones de poder existentes y la desigualdad permanecen intactas. Dicha transición permite el continuo proceso de acumulación de riqueza y poder a través de nuevas áreas de extracción: “Así, la transición energética corporativa se basa en la noción trivializada de ‘desarrollo sostenible’, en continuar por el camino del crecimiento ilimitado, intercambiando recursos fósiles por renovables y alta tecnología, sin modificar la lógica del consumo capitalista, ni cuestionar la distribución o acceso a la energía de las poblaciones o la participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones”.
En junio de 2023, Dalberg, una firma de asesoría en estrategia y políticas con sede en el Norte Global pero con oficinas en todo el Sur Global, preparó un marco conceptual como parte de un escaneo de horizonte sobre el sector climático y energético. Lo encontramos útil y lo hemos adaptado aquí como una guía para identificar los desafíos de la captura corporativa en la transición energética.
Dalberg describe muchos de losactores, intereses, riesgos y mecanismosde captura en la transición energética. Complementamos su lista de la siguiente manera: